Carlos Fernández del Ganso

 Médico Psicoanalista del Grupo Cero


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Listado Artículos Blog - Psicoanálisis - Terapia Alcalá de Henares y Madrid

LA CONCIENCIA NO ES LO ESENCIAL EN EL TRATAMIENTO DE LA MELANCOLÍA

Freud nos propone una cuestión: “¿en qué y entre cuáles sistemas psíquicos se desarrolla la labor de la melancolía?. Habremos de investigar cuál es la parte de los procesos mentales de esta afección que se desarrolla en las cargas de objeto inconscientes que han sido descartadas, y cual en la sustitución de las mismas por identificación en el yo. Es fácil decir que la presentación (de cosa) inconsciente del objeto es abandonada por la libido. Pero en realidad esta presentación se halla representada por innumerables impresiones (huellas inconscientes de las mismas), y la realización de la sustracción de la libido no puede ser un proceso momentáneo, sino, como en el duelo, un proceso lento y paulatino.

No podemos determinar si comienza simultáneamente en varios lugares o sigue cierto orden progresivo. En los análisis se observa que tan pronto queda activado un recuerdo como otro, y que las lamentaciones del enfermo, fatigosas por su monotonía, proceden, sin embargo, cada vez de una distinta fuente inconsciente. Cuando el objeto no posee para el yo una importancia tan grande, intensificada por mil conexiones distintas, no llega su pérdida a ocasionar un estado de duelo o de melancolía”.

“La realización paulatina del desligamiento de la libido es, por tanto, un carácter común del duelo y la melancolía; se basa probablemente en las mismas circunstancias económicas, y obedece a los mismos propósitos. Pero la melancolía posee, como ya hemos visto, un contenido más amplio que el duelo normal. En ella, la relación con el objeto queda complicada por el conflicto de ambivalencia. Esta puede ser constitucional, o sea depender de cada una de las relaciones eróticas de este especial yo, o proceder de los sucesos, que traen consigo la amenaza de la pérdida del objeto. Así, pues, las causas estimulantes de la melancolía son más numerosas que las del duelo, el cual sólo es provocado en realidad por la muerte del objeto. Trábense así en la melancolía infinitos combates aislados en derredor del objeto, combates en los que el odio y el amor luchan entre sí; el primero, para desligar a la libido del objeto, y el segundo, para evitarlo.

Estos combates aislados se desarrollan en el sistema Inconsciente, o sea en el reino de las huellas mnémicas de cosas (en oposición a las cargas verbales). En este mismo sistema se desarrollan también las tentativas de desligamiento del duelo; pero en este caso no hay nada que se oponga al acceso de tales procesos a la conciencia por el camino normal a través del sistema Preconsciente. Este camino queda cerrado para la labor melancólica, quizá a causa de numerosos motivos aislados o de acción conjunta. La ambivalencia constitucional pertenece de por sí a lo reprimido. Los sucesos traumáticos, en los que ha intervenido el objeto, pueden haber activado otros elementos reprimidos. Así, pues, la totalidad de estos combates, provocados por la ambivalencia, queda sustraída a la conciencia hasta que acaece el desenlace característico de la melancolía. Este desenlace consiste, como sabemos, en que la carga de libido amenazada abandona por fin el objeto; pero solo para retraerse a aquel punto del yo del que había emanado. El amor elude de este modo la extinción, refugiándose en el yo. Después de esta represión de la libido puede hacerse consciente el proceso, y se representa a la conciencia como un conflicto entre una parte del yo y la instancia crítica. Así, pues, lo que la conciencia averigua de la labor melancólica no es la parte esencial de la misma, ni tampoco aquella a la que podemos atribuir una influencia sobre la solución de la enfermedad”.

De lo expuesto por el psicoanálisis hasta aquí podemos deducir que tratar la depresión sin considerar los procesos inconscientes, hace infructuoso el tratamiento pudiendo prolongar su proceso de enfermar y llegar a deprimir el sistema inmunitario, como sucede en el cáncer.

“De las tres premisas de la melancolía, la pérdida del objeto, la ambivalencia y la regresión de la libido al yo, volvemos a hallar las dos primeras en los reproches obsesivos consecutivos al fallecimiento de una persona. En este caso, la ambivalencia constituye incuestionablemente el motor del conflicto, y comprobamos que, acabado el mismo, no surge el menor indicio de triunfo como en el estado de manía. De este modo hemos de reconocer que el tercer factor es el único eficaz. Aquella acumulación de carga, ligada al principio, que se libera al término de la melancolía y hace posible la manía, tiene que hallarse relacionada con la regresión de la libido al narcisismo. El conflicto que surge en el yo, y que la melancolía suele sustituir por la lucha en derredor del objeto, tiene que actuar como una herida dolorosa, que exige una contra carga, extraordinariamente elevada.

Del Libro: Depresión, Cáncer, Suicidio

Autor: Carlos Fernández del Ganso

Traductor: Esther Núñez Roma

CONSCIOUSNESS IS NOT ESSENTIAL IN THE TREATMENT OF MELANCHOLY

Freud proposes an issue: "among and in what the psychic systems is the work of melancholy developed? We will have to investigate what is the part of the mental processes of this affection that develops in the unconscious object charges that have been discarded, and which in their substitution by identification in the self. It is easy to say that the unconscious presentation (of thing) of the object is abandoned by the libido. But in fact this presentation is represented by innumerable impressions (unconscious traces of them), and the accomplishment of the subtraction of libido cannot be a momentary process, but, as in mourning, a slow and gradual process.

We cannot determine whether it starts simultaneously in several places or it follows a certain progressive order. In the analyses it is observed that as soon as one memory is activated as another, and that the lamentations of the patient, tiring by his monotony, however come, each time from a different unconscious source. When the object does not have such great importance for the self, intensified by a thousand different connections, its loss does not lead to a state of mourning or melancholy.

“The gradual realization of the release of libido is, therefore, a common character of mourning and melancholy; it is probably based on the same economic circumstances, and serves the same purposes. But melancholy has, as we have already seen, a large content than normal mourning. In it, the relationship with the object is complicated by the conflict of ambivalence. This can be constitutional, that is, to depend on each of the erotic relationships of this special self, or come from events, which bring with them the threat of the loss of the object. Thus, the stimulating causes of melancholy are more numerous than those of mourning, which is actually only caused by the death of the object. Thus there are infinite isolated battles around the object in melancholy, battles in which hatred and love fight each other; the first, to detach the libido from the object, and the second thing, to avoid it.

These isolated battles take place in the Unconscious system, that is, in the realm of the memory traces of things (as opposed to verbal charges). Attempts to detach from the duel also develop in this same system; but in this case there is nothing to oppose the access of such processes to consciousness by the normal path through the Preconscious system. This path is closed to melancholic work, perhaps because of numerous isolated motives or joint action. Constitutional ambivalence belongs in itself to the repressed. Traumatic events, in which the object has intervened, may have activated other repressed elements. Thus, the totality of these battles, caused by ambivalence, is withdrawn from consciousness until the characteristic outcome of melancholy occurs. This outcome consists, as we know, in the fact that the threatened libido charge finally leaves the object; but only to withdraw to that point of self from which it had emanated. Love thus eludes extinction, taking refuge in the self. After this repression of the libido, the process can become conscious, and consciousness is represented as a conflict between a part of the self and the critical instance. Thus, what the conscience finds out about melancholic work is not the essential part of it, nor it is the one to which we can attribute an influence on the solution of the disease.

From what has been presented by psychoanalysis so far, we can deduce that treating depression without considering unconscious processes makes the treatment unsuccessful, prolonging the process of becoming ill and causing the depression of the immune system, as it happens in cancer.

“Of the three premises of melancholy, the loss of the object, ambivalence and the regression of the libido to the self, we find again the first two in the obsessive reproaches that follow the death of a person. In this case, ambivalence is unquestionably the engine of the conflict, and we see that, once the conflict is over, there is not the slightest hint of triumph as in the state of mania. In this way we must recognize that the third factor is the only effective one. That accumulation of charge, linked to the principle, which is released at the end of melancholy and makes mania possible, must be related to the regression of the libido to narcissism. The conflict that arises in the ego, and that melancholy usually substitutes for the struggle around the object, has to act as a painful wound, which demands an extraordinarily high counter load.

From the Book: Depression, Cancer, Suicide

Author: Carlos Fernández del Ganso

Translator: Esther Núñez Roma

Publicado en Blog

DEPRESIÓN Y TRISTEZA. SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS

Así como Freud estudia el Duelo y la Melancolía, debemos diferenciar, dentro de los Trastornos del Estado de ánimo, la Tristeza de la Depresión.

Hablar de Melancolía (de pérdida del objeto amado o sin perder sencillamente desacuerdos con el objeto amoroso) como hacerlo de la tristeza es siempre hablar de uno mismo, porque el que más o el que menos, ha perdido un objeto amado en su vida o un ideal o un sueño o no sabe lo que perdió con esa pérdida o sencillamente vislumbró un límite en su vida.

En el Duelo recordemos que se produce la pérdida de un objeto real de un objeto amoroso, por ejemplo la muerte o la separación de un ser querido. En el sujeto en duelo gana la realidad que le dice: “en la realidad ya no está tu ser querido, tu mamá por ejemplo o tu novio; te tienes que buscar otro y la realidad demanda que la libido abandone todas las ligazones con lo perdido. Y aunque sabemos que el hombre no abandona gustoso ninguna de las posiciones de su libido, que le haya producido placer en algún momento, termina por SUSTITUIR; lo que nos habla de un proceso no patológico y temporal. Este sentimiento normal del duelo no produce pérdida del yo en el sujeto. Se pierde el objeto amado, se produce tristeza, no tengo interés por la realidad exterior, pero no dejo de ser inteligente o trabajador o amoroso.

Sin embargo en la melancolía, hay una pérdida del yo y un auto reproche del sujeto que se considera “un ser indigno” lo que le impide amar, trabajar y además presenta fantasías de ruina o empobrecimiento, es decir, una total miseria del yo pues la sombra del objeto perdido cae sobre el yo nublando toda realidad exterior. Dicha sombra en la melancolía es la forma de conservar en el yo a ese objeto perdido, negando o forcluyendo (rechazando) la perdida.

Hasta finales del siglo XIX, la Filosofía y la Teología eran las encargadas de estudiar los diferentes estados de ánimo del alma. Desde estas disciplinas la “Tristeza” es un sentimiento en apariencia único, no considerado como una pasión del alma. Entonces desde la filosofía la alegría no es lo opuesto a la tristeza. Lo opuesto a la alegría es el goce y la tristeza no tendría opuestos en filosofía.

Con la producción del concepto Inconsciente y las aportaciones a la vida cotidiana del psicoanálisis, el sujeto de la ciencia pasa a estar implicado en lo que le sucede por sujeto del lenguaje y sujeto del deseo. Produciéndose una doble carencia: la palabra me anticipa, el yo del sujeto entra en escena después de hablar, padece esa enfermedad y la segunda carencia o falta primordial es por ser viviente sexuado, por proceder de padre y madre pierde la inmortalidad (que nunca tuvo) al tener que reproducirse como especie humana por una sexualidad humana que además por estar atravesada por el lenguaje, acontece en dos tiempos separados por un periodo de latencia, lo que le confiere una sexualidad única entre los seres vivos.

Pues bien, la tristeza guarda relación con ese borde en el que el sujeto al capturarse como mortal, en lugar de entrar en melancolía o en lugar de matarse o padecer un dolor crónico por la existencia, acepta ser mortal, ser finito, acepta los límites y accede a la creación. Tristeza por la comprensión y aceptación del sujeto de a pesar de ser mortal, a pesar de haber perdido algún objeto amado, a pesar de que la especie sea superior al sujeto, a pesar de todas las fuentes de displacer y dolor que existen como la naturaleza, el propio cuerpo y los otros, a pesar de que nadie te regale la libertad, a pesar de la ceguera de la justicia, a pesar de todo eso decide sublimar una energía psíquica para el arte, la investigación y la cultura para otros, a los que tal vez nunca conozca.

La tristeza del amor: dar sin pedir nada a cambio a quién, tal vez, no conozco.

La tristeza permite al sujeto la aceptación de un tiempo diferente al lineal que desde el pasado dirige la vida del sujeto, al aceptar desde el futuro la finitud, la no existencia de la inmortalidad. Ese otro tiempo permite el instante, la apertura y cierre del inconsciente, la retroacción, el tiempo discontinuo, los agujeros, el salto desde una segunda escena produciendo la primera frente a la obra de arte, frente a la página en blanco que, mientras el sujeto escribe sabe que deja de vivir, para después ser lo escrito.

La tristeza no altera el tiempo de la producción, ni altera el tiempo del amor, ni altera lo social, como sucede en la melancolía. En la tristeza y el duelo, se sustituyen los objetos perdidos por otros, se reemplaza lo perdido, se transforma la energía psíquica, se subliman los poemas leídos por otros poemas escritos.

En la tristeza no se trata de triunfar sobre nada, sino de permanecer en la senda errática del deseo. Sin embargo en la melancolía el objeto perdido triunfa sobre el yo del sujeto y en la Manía (la otra cara de la melancolía) el yo triunfa sobre el objeto. Las oscilaciones maniaco depresivas son fracasos en el intento de sublimar la energía psíquica, la libido puesta en los objetos. El proceso de Identificación y de Elección de objeto son mecanismos psíquicos implicados en estas afecciones.

En la constitución del sujeto, este primero se Identifica a un rasgo humano, esa identificación es a un ser viviente, después acontece una segunda identificación que denominamos Elección de objeto, en donde ya existe la diferencia sexual ya hay otro humano. Aquí la libido que sale del sujeto, va al objeto y después de rodearle vuelve al sujeto y conforma su yo.

Entonces en la constitución del sujeto primero aparece el otro (el deseo del otro, la función materna) la libido se dirige a ese otro en la forma de demanda, pedido de amor o de satisfacción y en un tercer tiempo vuelve esa libido que rodeó al objeto, vuelve esa libido objetal al sujeto y construye el yo del sujeto, como forma diferenciada del Ello. Ello que es el primer depósito indiscriminado de las pasiones y pulsiones humanas.

Posteriormente del Yo se desprende una instancia el Superyó, heredero del complejo de Edipo, heredero de esa relación triangular del sujeto con los padres, instancia moral que el melancólico utiliza para fustigarse.

El melancólico, en algún momento se sintió completo y la pérdida del objeto despierta sentimientos sádicos hacia ese objeto que resguardado en su yo; lo que le puede llevar a maltratar al objeto de dos formas: maltratarse hasta enfermar el sistema inmunitario y no poder defenderse de las frecuentes mutaciones celulares, como sucede en el cáncer, fagocitando todo el organismo o puede llevarle al acto del suicidio, esa muerte secreta que encubre el asesinato del propio sujeto.

            La Sublimación es uno de los cuatro destinos posibles de la Pulsión y la Sustitución uno de los mecanismos de salud más poderosos del sujeto. Así como la pulsión estructura todos los agujeros que sostienen el cuerpo, la sustitución permite deslizar la libido sobre los objetos del deseo, objetos imposibles de ser saciados o colmados, pero por objetos sociales pueden ser valorados como arte, cultura o ciencia. Por eso decimos que el sujeto es doble: psíquico y social a la vez, grupal y singular desde el principio, semejante y diferente en cada acto.

No hay acto humano que genere otro acto humano, lo que si podemos afirmar es que el deseo genera deseos que se desean. Se desean deseos, de ahí la importante diferencia entre ser un sujeto deseante, implicado o un sujeto deseable, expectante tanto en la cultura, la salud, la educación, la ciencia y el arte. El sujeto puede alucinar o delirar pero también tiene vocación artística y vocación científica.

El sujeto psíquico es sus pulsiones, no sus funciones y solo se puede sublimar libido objetal, pero para poder sublimar el sujeto debe retirar esa libido del objeto (objetal) y transformarla en libido del yo, es decir libido narcisista. Y ahora desde ese lugar el Yo del sujeto puede sublimar. Es decir, con el mismo mecanismo y energía con la que el melancólico enferma, el sujeto puede sublimar y generar un ser social.

Sin embargo en la melancolía, el sujeto se identifica con el objeto perdido y con esa libido objetal depositada totalmente en el Yo, ahora el mundo real deja de existir: todo es Yo y la sombra del objeto que cayó sobre el Yo. Hay una autodevoración del objeto e incorporando al objeto, lo destruye. Ahora este Yo identificado con el objeto se presenta como objeto para la crítica y los reproches. De este modo el objeto perdido ha triunfado sobre el Yo, la sombra del objeto cae sobre el Yo.

El melancólico es el falo del otro, es decir, completaba al ser amado y con la pérdida del objeto amado, (para el cual “yo” era su falta, aquello que lo completaba) acontece la melancolía. El melancólico presenta fantasías, cuestión que no puede el psicótico.

Existen, en medicina, más diagnósticos de Depresión que de Melancolía, debido a que la melancolía está siempre asociada a la muerte y a la pérdida, es decir frente aquello que se desencadena siempre en las diferencias sexuales. Sin embargo la depresión, la psiquiatría la emparenta con la tristeza. Dicen las teorías psiquiátricas: “El elemento semiológico elemental es un aspecto fenomenológico caracterizado por un trastorno, un descenso del humor (timia) que termina siendo triste. Alrededor de este síntoma se agrupan otros síntomas que pueden justificar la descripción de síndrome e incluso de entidad patológica a la Depresión”.

Desde el psicoanálisis en la tristeza, cohabitan y se articulan dos conceptos: el pensamiento y la acción. No serán, pues, dos estados separados, sino que pensamiento y acción son una misma y sola cosa. Pensamiento Concreto del que habló Marx y ciencia de efectos de la que habló Freud. Entonces desde el efecto puedo reconstruir teóricamente que hubo un estado de tristeza, ante la finitud, y después un trabajo de sublimación cuyo producto efecto es el pensamiento concreto que produce transformaciones sociales en la realidad material.

Sin embargo la Depresión es un sentimiento normal, ya que todos al perder un objeto amado, sentimos dolor, si el dolor es breve y la realidad vence, se elabora el Duelo y la tristeza por la pérdida se sustituye por otro ideal, otro objeto amado. Si la pérdida se mantiene en el tiempo (varios meses) la realidad no existe para el sujeto y puede caer en una Melancolía. El dolor de la pérdida, así como la locura, dura un instante. Lo que el sujeto hace con ese dolor, esa pérdida le llevará a un lugar u otro. Renunciar al dolor por la pérdida o al dolor del desencuentro, no es sencillo para el melancólico, que prefiere custodiarlo en su Yo, aunque le lleve a la muerte.

La depresión es un hecho normal del lenguaje, muchos dicen “hoy estoy depre”, eso no es una melancolía, es un hecho habitual del lenguaje en la vida del sujeto, en la que se producen hechos tristes que producen dolor y conllevan un tiempo de duelo. Y el dolor presenta relación con una ambivalencia afectiva en el sujeto de odio y amor hacia el objeto perdido.

La tristeza por la pérdida de lo amado elaborada entre otros, es decir en un mundo donde reconozco la existencia de otros semejantes, produce un pensamiento concreto con transformaciones en la realidad. El dolor por la pérdida, no elaborado psíquicamente, puede elaborarse somáticamente y enfermar el organismo. El sistema inmunitario es un órgano diana, el sustrato de representación de lo psíquico en el organismo y la depresión del sistema inmunitario puede conllevar enfermedades graves como el cáncer, el SIDA, el infarto de miocardio...

Freud diferencia el duelo como carácter de la melancolía como enfermedad, y la tristeza es un sentimiento tan generalizado que es difícil de registrar, pues corresponde como todo encuentro con la verdad con un encuentro con la muerte. La tristeza habla en el sujeto cuando la interpretación psicoanalítica produce el autoconocimiento de la existencia material del hombre como finita.

Algunas investigaciones semiológicas y cognitivo conductuales hablan de tristeza normal (relacionada con situaciones de pérdida) y de tristeza patológica (relacionando ésta con la depresión). Sin embargo estas investigaciones hablan de depresiones que cursan sin tristeza, denominándola “depresión sine depresiones”. Lo que nos hace rescatar nuevamente que la tristeza es un sentimiento del que parten todos los caminos de la creación cuando, en ese instante de comprensión donde la verdad nos anuncia la finitud humana, el sujeto lo acepta. Y este es un proceso no racional, es un proceso inconsciente, que produce una transformación en el sujeto, si se sustituye lo nunca perdido y se renuncia a la inmortalidad que nunca existió. Si se perpetúa el dolor por no renunciar a esa nada y no se sustituye puede llevar al sujeto a la locura o la melancolía.

Sin tristeza es imposible el amor, así como no hay sentido en una escritura sin punto final. En cuanto al criterio semiológico de tristeza normal y patológica, preferimos el criterio psicoanalítico de tristeza improductiva y tristeza creativa que nos ayuda a pensar el sujeto como psíquico y social. En la tristeza creativa, existe aceptación de la pérdida futura y si no hay reconocimiento de ésta pérdida, que es la propia muerte que nunca se podrá vivir, quedamos anclados en la pérdida del pasado, que nunca existió ni volverá y puede llevar al sujeto a la melancolía. Para poder entender esta cuestión hay que aceptar que el sujeto nunca abandona lo que consigue, nunca abandona una situación que fuera placentera, y cuando se plantea abandonarlo le conlleva un gasto de energía psíquica que le puede llevar a la enfermedad sino sustituye sublimando.

Sabemos que es difícil determinar el límite entre la salud y la enfermedad. Para ello Freud trabajó los mecanismos psíquicos inconscientes en Duelo y Melancolía, texto que todos tenemos el derecho a leer. Por ejemplo nos dice que por los mismos mecanismos que una persona normal elabora la muerte de un ser querido o la pérdida de un ideal, con esos mismos mecanismos puede instalarse un proceso de enfermar en el soma o en la mente. Las investigaciones de diferentes Escuelas sobre Melancolía y Cáncer, Melancolía y SIDA, o Depresión e Infarto…. así lo atestiguan.

El mecanismo de Sustitución está abolido en estas dolencias, así como el mecanismo de Sublimación no se ejerce en los estados de Tristeza no creativos. Cuando la sustitución y la sublimación son posibles no es necesario enfermar ni volverse improductivo o estúpido. La única salud psíquica posible en el sujeto es la capacidad de sustituir un objeto amoroso por otro, un ideal perdido por otro ideal de vida, una moral racionalista por una ética del deseo y sublimar para con trabajo producir un sujeto social en la creación.

Los creadores no ahorran energía, saben que no se puede detener la energía psíquica, pues siempre está en movimiento, en actividad. El intento fallido de detener el funcionamiento del deseo, lleva a la enfermedad. Y en la curación posible de estas dolencias el profesional, el psicoanalista cura más por lo que es que por lo que dice, cura más porque la interpretación psicoanalítica es precedida de una escucha poética. La salud guarda relación con la capacidad de amar y trabajar, entre otros. En el último capítulo del libro desplegamos los conceptos y mecanismos implicados en la producción de salud.

Las cifras hablan en España de 10 suicidios diarios reconocidos como tal, sin contabilizar los accidentes de tráfico inexplicables, infortunios laborales fatales o percances domésticos incomprensibles. Y ¿cómo puede llegar a suicidarse un sujeto? Se suicida porque no es a él a quien mata, sino que es a la persona amada que lo abandonó. Se suicida al confundirse con otra persona que anida como una sombra en el Yo del sujeto, con la que se encuentra muy enojada por dicha pérdida. Podemos decir que el Depresivo es un homicida que intenta lastimar al objeto amoroso que lo abandonó. El suicida no es un masoquista es un sádico intentando dañar a alguien.

Si al deprimido que se considera indigno y se reprocha a sí mismo, se le castigase, puede producirse un alivio temporal de su sintomatología. Pero lo que requiere no se resuelve ni con amor ni con castigos, precisa el abordaje preciso de un tratamiento psicoanalítico de su enfermedad para liberar aquella parte de su Yo donde, por el mecanismo de Identificación, se conserva al objeto perdido como una sombra que del objeto perdido ha caído sobre su Yo.

En el duelo la pérdida es consciente, en la Melancolía la pérdida es inconsciente, porque aunque sepa a quién perdió no sabe lo que con ello perdió. Algo que no falta en la Melancolía es la disminución del amor propio, que se traduce en reproches y autoacusaciones que el sujeto se hace de sí mismo y pueden llevarle a una delirante espera de castigo.    

Del Libro: Depresión, Cáncer, Suicidio

Autor: Carlos Fernández del Ganso

Traductor: Esther Núñez Roma

  

DEPRESSION AND SADNESS. SIMILARITIES AND DIFFERENCES

Just as Freud studies Grief and Melancholy, we must differentiate, within Mood Disorders, Sadness from Depression.

Talking about melancholy (of loss of the loved object or without simply losing disagreements with the love object) as doing that about sadness is always talking about oneself, because almost all people have lost a loved object in his or her life a ideal, a dream or even they don’t know what they lost with that loss or simply they glimpsed a limit in their lives.

Let´s remember that in Mourning the loss of a real object of a loving object occurs, for example death or separation from a loved one. The mourning in a person what wins is the reality said, telling him: “in reality your loved one is no longer, for example your mother or your boyfriend; you have to look for another and reality demands that the libido abandon all ties with the lost. And although we know that the person does not willingly abandon any of the positions of his or her libido, which have given him or her at some point pleasure, he or she ends up by SUBSTITUTING; which speaks of a non-pathological and temporary process. This normal feeling of grief does not produce a loss of self in the subject. The loved object is lost, sadness occurs, the person has no interest in external reality, but they do not stop being intelligent or hardworking or loving.

However, in melancholy, there is a loss of the self and a self-reproach of the subject who considers himself "an unworthy being" which prevents him or her from loving, working and also presents fantasies of ruin or impoverishment, that is, a total misery of the self. The shadow of the lost object falls on the self, clouding all external reality. Such shadow in melancholy is the way to keep that lost object in the self, denying or foreclosing (rejecting) the loss.

Until the end of the 19th century, Philosophy and Theology were in charge of studying the different states of mind of the soul. From these disciplines "Sadness" is an apparently unique feeling, not considered as a passion of the soul. So from Philosophy, joy is not the opposite of sadness. The opposite of joy is enjoyment and sadness would not have opposites in Philosophy.

With the production of the Unconscious concept and the contributions to daily life of psychoanalysis, the subject of science becomes involved in what happens to him as the subject of language and subject of desire. Producing a double deficiency: the word anticipates me, the subject's ego enters the scene after speaking, suffers from this disease and the second fundamental deficiency or lack is due to a sexed living being due to the fact of a father and mother, he loses immortality (which he never had ) by having to reproduce as a human species by a human sexuality that, in addition to being crossed by language, occurs in two times separated by a latency period, which gives it a unique sexuality among living beings.

Well, sadness is related to that edge in which the subject, when captured as mortal, instead of going into melancholy or instead of killing himself or suffering chronic pain for existence, accepts to be mortal, to be finite, accepts limits and access to creation. Sadness for the subject's understanding and acceptance of despite being mortal, despite having lost a loved object, despite the species being superior to the subject, despite all the sources of displeasure and pain that exist like nature, your own body and others, despite the fact that no one gives you freedom, despite the blindness of justice, despite all that decides to sublimate a psychic energy for art, research and culture for others, to the ones you may never know.

The sadness of love: giving without asking for anything in return to whom, perhaps, I don't know.

Sadness allows the subject to accept a different time from the linear one that directs the subject's life from the past, by accepting finitude from the future, the non-existence of immortality. That other time allows the moment, the opening and closing of the unconscious, the retroaction, the discontinuous time, the holes, the leap from a second scene producing the first in front of the work of art, in front of the blank page that, while the subject writes knows that stops living in order to be the written..

Sadness does not alter the time of production, nor the time of love, the social, as it happens in melancholy. In sadness and mourning, lost objects are replaced by others, what was lost is replaced, psychic energy is transformed, poems read are sublimated by other written poems.

In Sadness is not about triumphing over anything, but about staying on the erratic path of desire. However, in melancholy the lost object triumphs over the subject's self and in Mania (the other side of melancholy) the self-triumphs over the object. Manic-depressive oscillations are failures in the attempt to sublimate psychic energy; libido placed on objects. The process of Identification and Decision of object are psychic mechanisms involved in these conditions.

In the constitution of the subject, this first identifies him to a human characteristic, it is identification to a living being, then a second identification occurs that we denominate Object choice, where the sexual difference already exists and there is another human. In this case libido that comes out from the subject, goes to the object and after surrounding it, returns to the subject and forms its ego.

Then in the constitution of the subject the other appears first (the desire of the other, the maternal function) libido goes to that other in the form of demand, request for love or satisfaction and in a third time that libido that surrounded the person returns, that libido of object returns to the subject and forms the subject's ego, as a differentiated form of the id which is the first indiscriminate deposit of passions and humans impulses.

Subsequently,   an instance of the Super-ego is deduced from the ego, heir to the Oedipus complex, heir to that triangular relationship of the subject with the parents, a moral instance that the melancholic uses to take refuge.

The melancholic, at some point felt complete and the loss of the object awakens sadistic feelings towards that object that sheltered in his ego, can lead him to mistreat the object in two ways: mistreat himself to make the immune system sick which won´t be able to be defended from frequent cellular mutations, as it occurs with cancer that get worn the entire organism, or it can lead to the act of suicide, that secret death that hides to the murder of the subject himself.

Sublimation is one of the four possible destinations of the Impulse and Substitution one of the most powerful health mechanisms of the subject. Just as the Impulse structures all the holes that support the body, substitution allows the libido to slide over the objects of desire, objects impossible to be satisfied or fulfilled , but as social objects they can be valued as art, culture or science. That is why we say that the subject is double: psychic and social at the same time, the person is group and singular from the beginning, similar and different in each act.

There is no human act that generates another human act, what we can say is that desire generates desires that are desired. Desires are desired, hence the important difference between being a desiring subject involved or a desirable subject who is expectant in culture, health, education, science and art. The subject may hallucinate or delirious but also has an artistic and a scientific vocation.

The psychic individual in his motivations, not his functions, and only object libido can be sublimated, but in order to sublimate, the subject must take back that libido from the object (object) and transform it into the ego's libido, that is, narcissistic libido. And now, from that place, the ego of the subject can sublimate. That is, with the same mechanism and energy that the melancholic falls ill, the subject can sublimate and generate a social being.

However, in melancholy, the subject identifies with the lost object and with that object libido totally deposited in the Self, now the real world ceases to exist: everything is self and the shadow of the object that fell on the self. There is a self-consume of the object and incorporated to the object, it destroys it. Now this self-identified with the object is presented as an object for criticism and reproaches. In this way the lost object has triumphed over the self, the shadow of the object falls on the self.

The melancholic is the phallus of the other, that is, he completed the loved one and with the loss of the loved object, (for which "ego" was his lack, what completed him) melancholy occurs. The melancholic presents fantasies, a question that the psychotic cannot.

There are, in medicine, more diagnoses of Depression than diagnoses of Melancholy, since melancholy is always associated with death and loss, that is, against what is always in the face of sexual differences. However psychiatry relates Depression with to sadness. Psychiatric theories say: “The elemental semi logical element is a phenomenological aspect characterized by a disorder, a decrease in mood (timia) that ends up being sad. Around this symptom are grouped other symptoms that can justify the description of syndrome and even of a pathological entity to Depression”.

From psychoanalysis in sadness, two concepts coexist and articulate: thought and action. They are not two separated states, thought and actions are an only thing. Concrete thought that Marx spoke about and effects science that Freud spoke about. Then from the effect I can theoretically reconstruct that there was a state of sadness, in the face of finitude, and then a work of sublimation whose product effect is the concrete thought that produces social transformations in material reality.

However, Depression is a normal feeling, since everyone feels pain losing a loved object, if the pain is brief and if reality wins, the Grief is made and due to this loss the sadness is replaced by another ideal, another loved object. If the loss is maintained over time (several months) reality does not exist for the subject, and it may fall into a melancholy. Both pain of loss and madness lasts a moment. The pain of the subject will take him to one place or another. Giving up the pain of loss or the pain of disagreement is not easy for the melancholic that prefers to guard it in his ego, even if it leads to death.

Depression is a normal fact of language, many people say “I feel depressed today", that is not melancholy, it is a habitual fact of language in the life of the subject, in which sad events occur that produce pain and entail a time of duel. And the pain is related to an affective ambivalence in the subject both hatred and love towards the lost object.

The sadness for the loss of the loved one elaborated among others, that is, in a world where I recognize the existence of other similar ones, produces a concrete thought with transformations in reality. The pain of loss, not psychically elaborated, can be elaborated somatically and make the organism sick. The immune system is a target organ, the substrate for the representation of the psychic in the body and the depression of the immune system can lead to serious diseases such as cancer, AIDS, heart attack...

Freud differentiates mourning as a nature from melancholy as a disease, and sadness is such a generalized feeling that it is difficult to register, since it corresponds, like any merge with truth, a converge with death. Sadness speaks in the subject when the psychoanalytic interpretation produces the self-knowledge of the material existence of man as finite.

Some semiologic and cognitive behavioural investigations speak of normal sadness (related to situations of loss) and pathological sadness (relating it to depression). However, these investigations speak of depressions that occur without sadness, calling it "depression without depressions." What makes us rescue once again that sadness is a feeling from which all the paths of creation start when, in that instant of understanding where the truth announces human finitude, the subject accepts it. And this is a non-rational process, it is an unconscious process, which produces a transformation in the subject, if the never lost is replaced and the immortality that never existed is renounced. If the pain is perpetuated by not giving up that anything and it is not replaced, it can lead the subject to madness or melancholy.

Without sadness love is impossible it is the same as: writing does not have meaning without period. As for the semiologic criterion of normal and pathological sadness, we prefer the psychoanalytic criterion of unproductive sadness and creative sadness that helps us to think of the subject as psychic and social. In creative sadness, there is acceptance of future loss and if there is no recognition of this loss, which is the own death that can never be lived, we remain anchored in the loss of the past, which never existed or will return and can lead the subject to the melancholy.

In order to understand this question, it must be accepted that the subject never abandons what has been achieved , the subject never abandons a situation that was pleasant, and when he considers abandoning it, it entails him to an expenditure of psychic energy that can lead to illness if is not substituted sublimating.

We know that it is difficult to determine the line between health and disease. For this, Freud worked on the unconscious psychic mechanisms in Grief and Melancholy, a text that we all have the right to read. For example, he tells us that by the same mechanisms that a normal person elaborates the death of a loved one or the loss of an ideal, with those same mechanisms a process of becoming ill can be installed in the soma or in the mind. The investigations of different Schools on Melancholy and Cancer, Melancholy and AIDS, or Depression and Heart attack…. testify this.

The Substitution mechanism is abolished in these ailments, just as the Sublimation mechanism is not exercised in the non-creative states of Sadness. When substitution and sublimation are possible, there is no need to get sick or become unproductive or stupid. The only possible psychic health in the subject is the ability to substitute one loving object for another, a lost ideal for another ideal of life, a rationalistic morality for an ethic of desire and sublimate in order to produce a social subject in creation with work.

The creators do not save energy; they know that psychic energy cannot be paused as it is always in motion, in activity. The unsuccessful attempt to stop the functioning of desire leads to disease. And in the possible treatment of these ailments the professional, the psychoanalyst treats more for what it is than for what he says, he cures more because the psychoanalytic interpretation is preceded by a poetic listening. Health is related to the ability to love and work, among others. In the last chapter of the book we deploy the concepts and mechanisms involved in the production of health.

The figures in Spain speak of 10 daily suicides recognized as such, without taking into account the unexplained traffic accidents, fatal work misfortunes or incomprehensible domestic mishaps. And how can a subject commit suicide? They commit suicide because he or her do not kill themselves but rather they kill the person they love who abandoned them. The individual commits suicide by confusing himself with another person who nests like a shadow in the subject's ego, with whom he is very angry for that loss. We can say that the Depressive is a murderer who tries to hurt the love object that abandoned him. The suicide is not a masochist instead he is a sadist trying to harm someone.

If the subject depressed who considers unworthy and reproaches himself were punished, a temporary relief of his symptoms can be soothed. But what it requires it is not resolved either with love or with punishments, it requires the precise approach of a psychoanalytic treatment of the illness to liberate that part of the ego where, through the Identification mechanism, the lost object is preserved as a shadow that has fallen from the loss object over his ego.

In mourning the loss is conscious, in Melancholy the loss is unconscious, because although he knows who he lost, he does not know what he lost with it. Something that is not lacking in Melancholy is the decrease in self-esteem, which is translated into reproaches and self-accusations that the subject makes of himself and can lead him to a delirious expectation of punishment.

From the Book: Depression, Cancer, Suicide

Author: Carlos Fernández del Ganso

Translator: Esther Núñez Roma

Publicado en Blog

Dr. Carlos Fernández del Ganso

 Médico Psicoanalista del Grupo Cero

 Currículum Vitae
Libros y Publicaciones

 

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