Carlos Fernández del Ganso

 Médico Psicoanalista del Grupo Cero


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Sábado, 13 Febrero 2021 08:46

AMBIVALENCIAS DE LAS RELACIONES AMOROSAS

AMBIVALENCIAS DE LAS RELACIONES AMOROSAS

Freud nos recuerda que “la identificación es la fase preliminar de la elección de objeto, y la primera forma, ambivalente en su expresión, utilizada por el yo para escoger un objeto. Quisiera incorporárselo, y correlativamente a la fase oral o canibalística del desarrollo de la libido, ingerirlo, es decir devorarlo. A esta relación referimos el rechazo a alimentarse que surge en los graves estados de melancolía”.

“La melancolía toma una parte de sus caracteres del duelo y otra, del proceso de la regresión de la elección de objeto narcisista al narcisismo. Por un lado es, como el duelo, una reacción a la pérdida real del objeto erótico; pero, además, se halla ligada a una condición, que falta en el duelo normal, o la convierte en duelo patológico cuando se agrega a ella. La pérdida de objeto erótico constituye una excelente ocasión para hacer surgir la ambivalencia de las relaciones amorosas que se conforman en la sexualidad infantil del sujeto”.

Despleguemos ahora la cuestión de la “predisposición morbosa”. Por ejemplo dada una predisposición a la neurosis obsesiva, la ambivalencia presta al duelo una estructura patológica, y la obliga a exteriorizarse en el reproche de haber deseado la pérdida del objeto amado o incluso ser culpable de ella. En tales depresiones obsesivas, consecutivas a la muerte de personas amadas, se nos muestra la obra que puede llevar a cabo por sí solo el conflicto de la ambivalencia cuando no existe simultáneamente la retracción regresiva de la libido.

Freud nos ofrece datos para pensar todas las depresiones llamadas endógenas por la psicopatología y nos dice: “Las situaciones que dan lugar a la enfermedad en la melancolía van más allá del caso transparente de la pérdida por muerte del objeto amado, y comprenden todas aquellas situaciones de ofensa, postergación y desengaño, que pueden introducir, en la relación con el objeto, sentimientos opuestos de amor y odio o intensificar una ambivalencia preexistente”.

“Este conflicto por ambivalencia, que se origina a veces más por experiencias reales y a veces más por factores constitucionales, ha de tenerse muy en cuenta entre las premisas de la melancolía. Cuando el amor al objeto, amor que ha de ser conservado, no obstante el abandono del objeto, llega a refugiarse en la identificación narcisista, recae el odio sobre este objeto sustitutivo, calumniándolo, humillándolo, haciéndole sufrir y encontrando en este sufrimiento una satisfacción sádica. El tormento, indudablemente placentero que el melancólico se inflige a si mismo significa, análogamente a los fenómenos correlativos de la neurosis obsesiva, la satisfacción de tendencias sádicas y de odio, orientadas hacia un objeto, pero retrotraídas al yo del propio sujeto en la forma como hemos venido tratando. En ambas afecciones suele el enfermo conseguir por el camino indirecto del autocastigo su venganza de los objetos primitivos y atormentar a los que ama, por medio de la enfermedad, después de haberse refugiado en ésta para no tener que mostrarle directamente su hostilidad” En el caso presentado en el primer capítulo se cumple dicho tormento como si la paciente estuviera leyendo a Freud. Fue Freud el que escuchó en la Melancolía esta manera de hablar lo inconsciente, que podemos escuchar, en el discurso del paciente.

Del Libro: Depresión, Cáncer, Suicidio

Editorial: Grupo Cero

Autor: Carlos Fernández del Ganso

Traductor: Esther Núñez Roma

AMBIVALENCES OF LOVING RELATIONSHIPS

Freud reminds us that “identification is the preliminary phase of object choice, and the first form, ambivalent in its expression, used by the ego to choose an object. I would like to incorporate it, and correlatively with the oral or cannibalistic phase of libido development, ingest it, that is, devour it. We refer to this relationship as the refusal to nourish that arises in serious states of melancholy”.

“Melancholy takes a part of its natures from mourning and another one from the process of regression from the choice of narcissistic object to narcissism. On the one hand it is, like mourning, a reaction to the actual loss of the erotic object; but, furthermore, it is linked to a condition, which is lacking in normal grief, or turns it into a pathological grief when added to it. The loss of the erotic object constitutes an excellent occasion to raise the ambivalence of love relationships that are defined in the subject's infantile sexuality”.

Let us now unfold the question of the "morbid predisposition." For example, given a predisposition to obsessive neurosis, ambivalence lends grief a pathological structure, and forces it to express itself in the reproach of having wished for the loss of the loved object or even to be guilty of it. In such obsessive depressions, following the death of loved ones, we are shown the work that the conflict of ambivalence can carry out by itself when there is no regressive retraction of the libido simultaneously.

Freud offers us data to think about all the depressions called endogenous by psychopathology and tells us: “The situations that give rise to the disease in melancholy go beyond the transparent case of the loss by death of the loved object, and include all those situations of offense, postponement and disappointment, which can introduce, in the relationship with the object, opposite feelings of love and hatred or intensify a pre-existing ambivalence”.

“This conflict due to ambivalence, which is originated sometimes more by real experiences and others by constitutional factors, must be taken into account among the premises of melancholy. When love for the object, a love that has to be preserved, despite the abandonment of the object, comes to take refuge in narcissistic identification, hatred falls on this substitute object, slandering, humiliating, making it suffer and finding in this suffering a sadistic satisfaction. The undoubtedly pleasant torment that the melancholic inflicts on himself means, analogously to the correlative phenomena of obsessional neurosis, the satisfaction of sadistic and hateful tendencies, oriented towards an object, but back to the subject's own ego in the way we have been addressing. In both affections, the patient tends to obtain his revenge on primitive objects through the indirect path of self-punishment and torment those he loves, through the disease, after having taken refuge in it so he does not have to show his hostility directly”. In the case presented in the first chapter, this torment is fulfilled as if the patient were reading Freud. Freud is who heard in Melancholy this way of speaking the unconscious, which we can hear in the patient's speech.

From the Book: Depression, Cancer, Suicide

Editorial: Grupo Cero

Author: Carlos Fernández del Ganso

Translator: Esther Núñez Roma

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Dr. Carlos Fernández del Ganso

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