El Psicoanálisis en la primera mitad del siglo XX, formula la Teoría de la Libido, donde nos dice que solo hay una libido, no siendo diferente la libido objetable de la libido del yo.
Y cuando hablamos de Depresión o Melancolía, según tomemos el vocablo en su origen latino o griego, nos referimos a diversas formas clínicas, entre las cuales hay algunas que recuerdan más las afecciones somáticas que las psicógenas. Ante la pérdida de un ser amado u otros equivalente psíquico como puede ser un ideal, la patria, la libertad… surge bajo esta influencia en algunas personas, un cuadro que llamamos Melancolía. Caracterizado psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, un cese de interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, inhibición de todas las funciones del yo y la disminución del amor propio. Esta última característica se traduce en reproches y acusaciones de las que el paciente se hace objeto a sí mismo, pudiendo llegar incluso a una delirante espera de castigo.
Tres son las premisas de la melancolía: la pérdida del objeto, la ambivalencia y la regresión de la libido al yo. Y tres son las del Cáncer: lesión orgánica, mediación inmunitaria y previo estado depresivo en alguna de sus formas clínicas.
Una afección orgánica, una irritación dolorosa o la inflamación de un órgano pueden crear un estado tal, a consecuencia del cual, queda la libido desligada de sus objetos, retornando al yo y manifestándose como una catexía reforzada del órgano enfermo.
Sabemos que el retorno hacia el yo de la libido desligada de los objetos no es directamente patógeno (por ejemplo: lo vemos producirse siempre antes del sueño) pero cuando un determinado proceso muy enérgico (por ejemplo una inmunodepresión) obliga a la libido a abandonar los objetos nos encontramos ante un proceso distinto. De modo que la libido devenida narcisista, no puede ya encontrar de nuevo el camino que conduce a los objetos, y esta disminución de su movilidad es lo que resulta patógeno. Podemos pensar que la acumulación de la libido narcisista no puede ser soportada por el sujeto sino hasta un determinado nivel y además podemos suponer que si la libido acude a revestir los objetos es porque el yo ve en ello un medio de evitar los efectos patológicos que produciría un estancamiento de la misma. Cuando el sistema inmune no puede realizar su función, todo se vuelve peligroso en el organismo, cuando no se ponen palabras, equivocadamente se puede poner el cuerpo y lastimarse.
Cuando hay una traición el destino es la depresión. Lo que se traiciona en el sujeto es el deseo. Pudiendo decir que la depresión es la enfermedad de la venganza. Y el cáncer es una lesión orgánica mediada por el sistema inmune, precedida por una depresión, por una alteración celular que no fue reemplazada, sustituida, sino que se dejó multiplicar de forma caníbal.
Continuará…