Carlos Fernández del Ganso

 Médico Psicoanalista del Grupo Cero


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Sábado, 24 Octubre 2020 08:45

DUELO Y MELANCOLÍA.

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DUELO Y MELANCOLÍA

En 1915 Sigmund Freud escribe “DUELO y MELANCOLIA” texto fundamental para poder pensar teóricamente los trastornos del estado de ánimo, por lo que rescatamos su lectura para todos los que atienden pacientes y trabajen en la salud mental.

El concepto Inconsciente y los mecanismos psíquicos son criterios científicos en el proceso de enfermar de la Melancolía y fundamentos teóricos en las enfermedades para las cuales la medicina no puede ofrecer respuestas. La medicina y el psicoanálisis en su articulación teórico-práctica son disciplinas que siendo diferentes no se excluyen.

Para esclarecer la esencia de la melancolía, Freud la compara con el duelo, afecto normal paralelo a ella. La melancolía, cuyo concepto no ha sido fijamente determinado, ni siquiera por la Psiquiatría descriptiva ni por la psicopatología. La melancolía muestra diversas formas clínicas (a las que no se ha logrado reducir a una unidad, ni a una nosología única) y entre las cuales hay algunas que recuerdan más las afecciones somáticas que las psicógenas, como ya señalamos en el primer capítulo.

Las diferencias nosológicas que trabajamos en el primer capítulo Freud las señala desde el principio en su texto.  

DISMINUCIÓN DEL AMOR PROPIO EN LA MELANCOLÍA

“Las múltiples analogías del cuadro general de la melancolía con el del duelo, justifican un estudio paralelo de ambos estados”. Y en aquellos casos en los que es posible llegar al descubrimiento de las causas por influencias ambientales que los han motivado, Freud las halla también coincidentes. No será la causa, por si misma, la que determine la melancolía, sino todo un conjunto de mecanismos psíquicos implicados en el proceso de enfermar de dicho paciente.

Nos dice: “el duelo es, por lo general, la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, el ideal o una grave ofensa recibida. Bajo estas mismas influencias surge en algunas personas, a las que por lo mismo atribuimos una “predisposición morbosa”, la melancolía en lugar del duelo. No se considera el duelo como un estado patológico, por lo que no hay que someter al sujeto a tratamiento, ya que confiamos en que al cabo de algún tiempo desaparecerá por sí solo y juzgamos inadecuado e incluso perjudicial perturbarlo”. Más adelante trabajaremos lo que denominamos “predisposición morbosa”.

La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de amor propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones, de que el paciente se hace objeto a sí mismo, y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo. Este cuadro se nos hace más inteligible cuando reflexionamos que el duelo muestra también estos caracteres, a excepción de uno solo; la perturbación del amor propio. El duelo intenso, reacción a la pérdida de un ser amado, integra el mismo doloroso estado de ánimo, la cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de elegir un nuevo objeto amoroso (lo que equivaldría a sustituir al objeto desaparecido) y al apartamiento de toda actividad no conectada con la memoria del ser querido. Comprendemos, nos dice Freud que esta inhibición y restricción del yo es la expresión de su entrega total al duelo que no deja nada para otros propósitos e intereses. En realidad, si este estado no nos parece patológico es tan sólo porque nos lo explicamos perfectamente”.

Debemos pensar que la tristeza no es sinónimo de depresión, ya que acompaña a diversos procesos creativos, ni se debe considerar lo opuesto a la alegría, como algunas nociones cognitivas relacionan en el mismo eje del proceso de enfermar.

¿En qué consiste la labor que el duelo lleva a cabo? Freud la describe de la forma siguiente: “el examen de la realidad ha mostrado que el objeto amado no existe ya y demanda que la libido abandone todas sus ligaduras con el mismo. Contra esta demanda surge una oposición naturalísima, pues sabemos que el hombre no abandona gustoso ninguna de las posiciones de su libido, aun cuando les haya encontrado ya una sustitución. Esta oposición puede ser tan intensa que surjan el apartamiento de la realidad y la conservación del objeto por medio de una psicosis desiderativa alucinatoria”.

“Lo normal es que el respeto a la realidad obtenga la victoria. Pero su mandato no puede ser llevado a cabo inmediatamente, y sólo es realizado de un modo paulatino, con gran gasto de tiempo y de energía, continuando mientras tanto la existencia psíquica del objeto perdido. Cada uno de los recuerdos y esperanzas que constituyen un punto de enlace de la libido con el objeto es sucesivamente despertado y sobrecargado, realizándose en él la sustracción de la libido. Al final de la labor del duelo vuelve a quedar el yo libre y exento de toda inhibición”.

Sigamos leyendo a Freud. “Apliquemos ahora a la melancolía lo que del duelo hemos averiguado. En una serie de casos constituye también evidentemente una reacción a la pérdida de un objeto amado. Otras veces, cuando las causas estimulantes son diferentes, observamos que la pérdida es de naturaleza más ideal. El sujeto no ha muerto, pero ha quedado perdido como objeto erótico (es el caso del novio/a abandonada). Por último, en otras ocasiones creemos deber mantener la hipótesis de tal pérdida; pero no conseguimos distinguir claramente qué es lo que el sujeto ha perdido, y hemos de admitir que tampoco a éste le es posible percibirlo conscientemente. A este caso podría reducir también aquel en el que la pérdida, causa de la melancolía, es conocida al enfermo, el cual sabe a quién ha perdido, pero no lo que con él ha perdido. De este modo nos veríamos impulsados a relacionar la melancolía con una pérdida de objeto sustraída a la conciencia, diferenciándose así del duelo, en el cual nada de lo que respecta a la pérdida es inconsciente”.

“En el duelo nos explicamos la inhibición y la falta de interés por la labor de duelo, que absorbe el yo del sujeto. La pérdida desconocida, causa de la melancolía, tendría también como consecuencia una labor interna análoga, a la cual habríamos de atribuir la inhibición que tiene efecto en este estado. Pero la inhibición melancólica nos produce una impresión enigmática, pues no podemos averiguar qué es lo que absorbe tan por completo al paciente. El melancólico muestra, además, otro carácter que no hallamos en el duelo: una extraordinaria DISMINUCIÓN DE SU AMOR PROPIO, es decir, un considerable empobrecimiento de su yo”.

“En el duelo el mundo aparece desierto y empobrecido ante los ojos del sujeto. En la melancolía es el yo lo que ofrece estos rasgos a la consideración del paciente. Este nos describe su yo como indigno de toda estimación, incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable. Se dirige amargos reproches, se insulta y espera la repulsa y el castigo. Se humilla ante todos los demás y compadece a los suyos por hallarse ligados a una persona tan despreciable. No abriga idea ninguna de que haya tenido efecto en él una modificación, sino que extiende su crítica al pasado y afirma no haber sido nunca mejor”.

El cuadro de este delirio de empequeñecimiento (principalmente moral) se completa con insomnios, rechazo a alimentarse y un sojuzgamiento, muy singular desde el punto de vista psicológico, de la pulsión de vida, que fuerza a todo lo animado a mantenerse en vida.

Del Libro: Depresión, Cáncer, Suicidio

Autor: Carlos Fernández del Ganso

Traducción: Esther Núñez Roma

 

Mourning and Melancholia

In 1915 Sigmund Freud wrote “MOURNING AND MELANCHOLIA” fundamental text to be able to think theoretically about mood disorders, so we rescue its reading for all those who care for patients and work in mental health.

The unconscious concept and the psychic mechanisms are scientific criteria in the process of falling ill with melancholy and theoretical foundations in the diseases for which medicine cannot offer answers. Medicine and psychoanalysis in their theoretical-practical articulation are disciplines that even being different are not excluded.

To clarify the essence of melancholy, Freud compares it with mourning, a normal affect parallel to it. Melancholy, whose concept has not been fixedly determined, not even by descriptive psychiatry or by psychopathology, shows various clinical forms (which have not been reduced to a unit or a single nosology) there are some that are more reminiscent of somatic conditions than psychogenic ones, as we already pointed out in the first chapter.

The nosological differences that we work on the first chapter are pointed out by Freud in his text from the beginning.  

"The multiple analogies of the general picture of melancholy with mourning, justify a parallel study of both states." And in those cases in which it is possible to discover the causes by environmental influences that have motivated them, Freud also finds them coincident. It will not be the cause, by itself, that determines the melancholy, but a whole set of psychic mechanisms involved in the process of falling ill of said patient.

DECREASE OF SELF-RESPECT IN MELANCHOLIA

It is said: “mourning is, in general, the reaction to the loss of a loved one or an equivalent abstraction: the homeland, freedom, the ideal or a serious offense received. Under these same influences it arises in some people, to whom for the same reason we attribute a "morbid predisposition", melancholy instead mourning. Mourning is not considered a pathological state, so it is not necessary to subject the individual to treatment, since we trust that after some time it will disappear by him or herself and it is inappropriate to deem and even harmful to disturb it ”. We will work on what we call "morbid predisposition" later on.

Melancholy is psychically characterized by a deeply painful state of mind, a cessation of interest in the outside world, the loss of the ability to love, the inhibition of all functions and a decrease in self-love. A decrease in self-love is translated into reproaches and accusations, of which the patient makes himself an object, and can even lead to a delirious expectation of punishment. This case becomes more intelligible when we reflect that mourning also shows these characters, except for one; the disturbance of self-love. Intense mourning, a reaction to the loss of a loved one, integrates the same painful state of mind, the cessation of interest in the outside world, the loss of the ability to choose a new love object (which would be equivalent to replacing the disappeared object ) and the separationof any activity not connected with the memory of the loved one. We understand, Freud tells us that this inhibition and restriction of the ego is the expression of its total surrender to mourning that leaves nothing for other purposes and interests. In fact, if this state does not seem pathological to us, it is only because we explain it perfectly”.

We must think that sadness is not synonymous of depression since it accompanies various creative processes, so it must not be considered the opposite of joy, as some cognitive notions relate to the same axis of the process of becoming ill.

What is the work that mourning carries out? Freud describes it in the following way: “the examination of reality has shown that the loved object no longer exists and it demands libido abandons all its ties with it. Against this demand arises a very natural opposition, since we know that man does not willingly abandons any of the positions of his libido, even when he has already found a substitution for them. This opposition can be so intense that arise the withdrawal from reality and the conservation of the object through a hallucinatory wishful psychosis”.

“The normal thing is that the respect to the reality obtains the victory. But its mandate cannot be carried out immediately, and it is only carried out gradually, with great expenditure of time and energy, meanwhile continuing the psychic existence of the lost object. Each of the memories and hopes that constitute a link between the libido and the object is successively awakened and overloaded, subtracting in it libido. At the end of the work of mourning, the ego is once again free and exempt from all inhibition

Let's keep reading Freud. "Let´s apply now to melancholy what we have learned about mourning. In a number of cases it is also evidently a reaction to the loss of a loved object. Other times, when the stimulating causes are different, we find that the loss is more an ideal constitution. The subject has not died, but it has been lost as an erotic object (in the case of the abandoned boyfriend / girlfriend). Finally, on other occasions we believe we must maintain the hypothesis of such loss; but we cannot clearly distinguish what it is that the individual has lost, and we must admit that it is not possible for the individual to perceive it consciously either. To this case I could also reduce the one in which the loss, the cause of melancholy, is known to the patient, who knows who he has lost, but not what he has lost with him. In this way we would be compelled to relate melancholy with a loss of an object withdrawn from consciousness, thus differentiating ourselves from mourning, in which nothing regarding the loss is unconscious”.

“In mourning we explain to ourselves the inhibition and lack of interest in the work of mourning, which absorbs the subject's ego. The unknown loss, the cause of melancholy, would also have as a consequence an analogous internal work, to which we would have to attribute the inhibition that has an effect in this state. But melancholic inhibition makes an enigmatic impression on us, well we cannot find out what it is that absorbs the patient so completely. The melancholic also shows another character that we do not find in mourning: an extraordinary DECREASE OF HIS OWN LOVE, that is, a considerable impoverishment of his self”.

“In mourning the world appears deserted and impoverished before the eyes of the individual. In melancholy, it is the ego that offers these features to the patient's consideration. He describes his self to us as unworthy of all estimation, incapable of any valuable performance and morally reprehensible. He addresses himself bitter reproaches, insults himself and expects rejection and punishment. He humbles himself in front of everyone else and feels sorry for his loved ones for being tied to such a despicable person. He has no idea that a modification has had an effect on him, but extends his criticism to the past and claims that he has never been better.

The case of this delusion of diminution (mainly moral) is completed with insomnia, refusal to be fuelled and subjugation, very unique from the psychological point of view, of the life motivation, which forces to stay alive, everything that is animated.

From the Book: Depression, Cancer, Suicide

Author: Carlos Fernández del Ganso

Translator: Esther Núñez Roma

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