LA ESCUCHA EN EL APRENDIZAJE
Al humano nada de la realidad le resulta ajeno. Los objetos, los fenómenos, las estrellas no existen antes de ser nombradas y las leyes del lenguaje (que nos anticipan a todos en todo) son descritas funcionando a nivel inconsciente.
El inconsciente está estructurado como lenguaje. Las operaciones del lenguaje se realizan a nivel inconsciente, estando sobredeterminado qué significante nos representa como sujetos y siempre para otro significante. Así soñamos y cometemos lapsus o realizamos actos fallidos, hablamos y siempre decimos más de lo que creemos decir en los tonos de voz, las reiteraciones, los gestos corporales, los silencios... estando en cada manifestación, el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación hablando.
Aprender a escuchar lo inconsciente en el proceso de aprendizaje, es un trabajo.
El psicoanálisis es un derecho para todos, también para el profesorado.
En el educar hay un dominio sobre el otro (se imponen límites, normas) por eso que la “intervención” en el proceso de la educación es una “no intervención”. Antes de trabajar con el otro, el profesorado tiene el derecho a implicarse hablando y poniendo en juego sus deseos, inhibiciones y fantasías.
Lo humano es histórico porque existe una escritura que da cuenta de él. Siempre se hizo preguntas, no tanto para responderlas, sino para poder desplegar, para aprender a soportar la inquietud por conocer, la incertidumbre del saber, el hambre que nunca se debe saciar. Los poetas aconsejan huir de todo confort intelectual.
Freud en el ensayo que tituló “El proyecto de una psicología para neurólogos” anticipa lo que otras disciplinas como la neuropsicología, años después, vino a proponer y así podemos rescatar en éste artículo de 1895 que “el afecto enturbia el pensamiento” y con la separación definitiva de lo intelectual y lo afectivo, se inaugura el pensamiento como inconsciente.
La interpretación psicoanalítica produce otra alteridad, otra lectura de la realidad que permite lo nuevo, lo nunca sido; siendo capaz de transformar el animalito enfermo que es el cachorro humano al nacer, en un sujeto capaz de amar y trabajar.